viernes, 2 de enero de 2009

PLANTA GEOTÉRMICA, NI LIMPIA NI SUSTENTABLE

Sergio Blanco y Jesús Estrada Cortes

Reforestar no resolverá el daño, recuerda el experto Arturo Curiel

Guadalajara.- La planta geotérmica en el bosque La Primavera, que avalaron las secretarías federal y estatal de Medio Ambiente, no será ni limpia ni sustentable, aseguró el director del Instituto del Medio Ambiente y Comunidades Humanas de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Arturo Curiel Ballesteros. En principio, porque las aguas de desecho que generará la instalación estarán cargadas de metales pesados, como arsénico y boro, y reinyectarle esas aguas de residuo al subsuelo —que es la intención de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), como lo reveló la titular de la Semades, Marta Ruth del Toro (Público, 26 de noviembre de 2008)—, contaminará los mantos freáticos.

Arturo Curiel pidió recordar que el bosque no es sólo la parte forestal visible, sino también la subterránea, y que ambas serán dañadas. La primera se vería afectada por la infraestructura de la planta, y la segunda por la contaminación de sus mantos, los cuales incluso son una fuente de abastecimiento de agua para la zona metropolitana de Guadalajara. Dañar ambas fuentes —de agua y de oxígeno— significa que “se pierden de vista las funciones del ecosistema para el bienestar humano”, agregó el especialista, que es uno de los principales detractores del proyecto de geotermia desde hace años.

Según los argumentos a favor de la planta, esbozados por Martha Ruth del Toro, la sustentabilidad de ésta deriva precisamente de la reinyección de los vapores al subsuelo, pero el investigador de la UdeG también desmintió esta consideración: según los estudios de la propia CFE, la energía geotérmica en La Primavera comenzaría a agotarse en un lapso de 20 años.

Para el director, esos dos argumentos bastan para calificar de incongruente la postura de quienes han dado el aval al proyecto, pues se supone que deben verificar que concuerde con los objetivos del decreto de protección de la reserva del bosque, con el interés público y con el desarrollo sustentable; de otra manera, los costos de las decisiones en términos ambientales serán muy altos.

En el caso particular de la Semades, Curiel definió su aval como “un doble discurso”, porque por un lado hay información que la secretaría presenta a la sociedad donde dice que la prioridad de esta área es de conservación y de protección, y por otro lado permite que se le dañe.

Curiel declaró que en los países desarrollados sí existe una congruencia plena: “Ningún tipo de proyecto temporal es superior a un beneficio permanente que pueden brindar los ecosistemas, y si hablamos de áreas protegidas en el mundo que tienen un alto potencial geotérmico, pero que no se aprovechan porque le dan un valor mayor a la conservación del bosque, se tiene el ejemplo de [el parque nacional de] Yellowstone [en Estados Unidos, el cual posee la segunda parte de los géiseres de todo el planeta].

Y dado que La Primavera es un área protegida, Curiel expuso que avales como el de la Semades o del Ayuntamiento de Zapopan para la construcción de la planta geotérmica importan poco ante la consideración de los ciudadanos, ya que las áreas protegidas no funcionan con relación a los permisos, sino con relación al interés público: “No se cancela ese interés público porque alguien da un permiso o porque alguien avala un proyecto”.

Curiel minimizó los argumentos de los defensores de geotermia que señalan que el bosque se ha recuperado con acciones como las campañas de reforestación. Señaló que, al ser el bosque un ecosistema vivo, “tiene la capacidad de regenerarse a sí mismo. Lo que se tiene que evitar es lo que presiona al bosque, como incendios, pastoreo, gente irresponsable y este tipo de proyectos”.

Con eso respondió a la oferta de la secretaria del Medio Ambiente para reforestar las dos mil hectáreas devastadas en la pasada temporada de estiaje: “Se reforesta para el paisaje, no para restaurar las cadenas alimenticias ni los ciclos hidrológicos”, lo cual hace el bosque por sí solo.

De hecho, opinó que la reforestación equivale a lo que hizo la CFE en los ochenta cuando, para disimular los daños, pintó de verde las áreas devastadas: en ninguno de los dos casos se piensa en restaurar lo afectado, sino agradar a la vista.